martes, 6 de octubre de 2015

LA EVOLUCIÓN SOCIAL

Dada la situación actual y la alternativa que se presenta para el logro de un mundo mejor cabe reflexionar brevemente en torno a esa posibilidad. En efecto, se han realizado numerosas pruebas económicas que han arrojado desparejos resultados y frente a ello se nos dice que el nuevo experimento es la única solución a los problemas fundamentales. Sin embargo, no alcanzamos a comprender algunos aspectos de esa propuesta. En primer lugar aparece el tema de las leyes económicas. Al parecer existirían ciertos mecanismos, como en la naturaleza, que al jugar libremente regularían la evolución social. Tenemos dificultades para aceptar que cualquier proceso humano y, desde luego el proceso económico, sea del mismo orden que los fenómenos naturales. Creemos, por lo contrario, que las actividades humanas son no-naturales, son intencionales, sociales e históricas; fenómenos éstos que no existen ni en la naturaleza en general ni en las especies animales. Tratándose pues de intenciones y de intereses, tampoco tenemos por qué suponer que los sectores que detentan el bienestar estén preocupados por superar las dificultades de otros menos favorecidos. En segundo lugar, la explicación que se nos da respecto a que siempre hubo grandes diferencias económicas entre unos pocos y las mayorías y que, no obstante esto las sociedades han progresado, nos parece insuficiente. La Historia nos enseña que los pueblos avanzaron reclamando sus derechos frente a los poderes establecidos. El progreso social no se produjo porque la riqueza acumulada por un sector luego haya desbordado automáticamente “hacia abajo”. En tercer lugar, presentar como modelo a determinados países que operando con esa supuesta economía libre hoy tienen un buen nivel de vida, parece un exceso. Esos países realizaron guerras de expansión sobre otros, impusieron el colonialismo, el neo colonialismo y la partición de naciones y regiones; recaudaron en base a la discriminación y la violencia y, finalmente, absorbieron mano de obra barata, al tiempo que impusieron términos de intercambio desfavorables para las economías más débiles. Podrá argumentarse que aquellos eran los procedimientos que se entendían como “buenos negocios”. Pero si se afirma eso, no podrá sostenerse que el desarrollo comentado sea independiente de un tipo especial de relación con otros pueblos. En cuarto lugar, se nos habla del avance científico y técnico y de la iniciativa que se desarrolla en una economía “libre” En cuanto al avance científico y técnico ha de saberse que este opera desde que el hombre inventó la maza, la palanca, el fuego y así siguiendo, en una acumulación histórica que no parece haberse ocupado mucho de las leyes del mercado. Si, en cambio, se quiere decir que las economías abundantes succionan talentos, pagan equipamiento e investigación y que, por último, son motivadoras por una mejor remuneración, diremos que esto es así desde épocas milenarias y que tampoco se debe a un tipo especial de economía sino sencillamente a que en ese lugar existen recursos suficientes con independencia del origen de tal potencialidad económica. En quinto lugar, queda el expediente de explicar el progreso de esas comunidades por el intangible “don” natural de especiales talentos, virtudes cívicas, laboriosidad, organización y cosas semejantes. Este ya no es un argumento sino una declaración devocional en la que se escamotea la realidad social e histórica que explica cómo se han formado esos pueblos.Desde luego, tenemos mucho desconocimiento para comprender cómo es que con semejantes antecedentes históricos podrá sostenerse este esquema en el futuro inmediato pero eso forma parte de otra discusión, la discusión en torno a si existe realmente tal economía libre de mercado, o si se trata de proteccionismos y dirigismos encubiertos que de pronto abren determinadas válvulas allí donde se sienten dominando una situación y cierran otras en caso contrario. Si esto es así, todo lo que se agregue como una promesa de avance quedará reservado sólo a la explosión y difusión de la ciencia y de la tecnología, independientemente del supuesto automatismo de las leyes económicas.

Mario Rodríguez Cobos, Primera Carta a mis Amigos

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