Es
en la base social, en los lugares de labor y habitación de los trabajadores
donde el Humanismo debe convertir la simple protesta en fuerza consciente
orientada a la transformación de las estructuras económicas.
En
cuanto a los miembros combativos de las organizaciones gremiales y los miembros
de partidos políticos progresistas, su lucha se hará coherente en la medida en
que tiendan a transformar las cúpulas de las organizaciones en las que están
inscriptos dándole a sus colectividades una orientación que ponga en primer
lugar, y por encima de reivindicaciones inmediatistas, los planteos de fondo
que propicia el Humanismo.
Vastas
capas de estudiantes y docentes, normalmente sensibles a la injusticia, irán
haciendo consciente su voluntad de cambio en la medida en que la crisis general
del sistema los afecte. Y, por cierto, la gente de Prensa en contacto con la
tragedia cotidiana está hoy en condiciones de actuar en dirección humanista al
igual que sectores de la intelectualidad cuya producción está en contradicción
con las pautas que promueve este sistema inhumano.
Son
numerosas las posturas que, teniendo por base el hecho del sufrimiento humano,
invitan a la acción desinteresada a favor de los desposeídos o los
discriminados. Asociaciones, grupos voluntarios y sectores importantes de la
población se movilizan, en ocasiones, haciendo su aporte positivo. Sin duda que
una de sus contribuciones consiste en generar denuncias sobre esos problemas.
Sin embargo, tales grupos no plantean su acción en términos de transformación
de las estructuras que dan lugar a esos males. Estas posturas se inscriben en
el Humanitarismo más que en el Humanismo consciente. En ellas se encuentran ya
protestas y acciones puntuales susceptibles de ser profundizadas y extendidas.
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