jueves, 31 de diciembre de 2015
sábado, 12 de diciembre de 2015
lunes, 7 de diciembre de 2015
miércoles, 11 de noviembre de 2015
2. DE QUE REVOLUCIÓN HABLAMOS (SILO)
En
carta anterior fijamos posiciones sobre las cuestiones del trabajo frente al
gran capital, de la democracia real frente a la formal, de la descentralización
frente a la centralización, de la antidiscriminación frente a la
discriminación, de la libertad frente a la opresión. Si en el momento actual el
capital se va transfiriendo gradualmente a la banca, si la banca se va adueñando
de las empresas, los países, las regiones y el mundo, la revolución implica la
apropiación de la banca de tal manera que ésta cumpla con prestar su servicio
sin percibir a cambio intereses que de por sí, son usurarios. Si en la
constitución de una empresa el capital percibe ganancias y el trabajador
salario o sueldo, si en la empresa la gestión y decisión están en manos del
capital, la revolución implica que la ganancia se reinvierta, se diversifique o
se utilice en la creación de nuevas fuentes de trabajo y que la gestión y
decisión sean compartidas por el trabajo y el capital. Si las regiones o
provincias de un país están atadas a la decisión central, la revolución implica
la desestructuración de ese poder de manera que las entidades regionales
conformen una república federativa y que el poder de esas regiones sea
igualmente descentralizado a favor de la base comunal desde donde habrá de
partir toda representatividad electoral. Si la salud y la educación son
tratadas de modo desigual para los habitantes de un país, la revolución implica
educación y salud gratuita para todos, porque en definitiva esos son los dos
valores máximos de la revolución y ellos deberán reemplazar el paradigma de la
sociedad actual dado por la riqueza y el poder. Poniendo todo en función de
la salud y la educación, los complejísimos problemas económicos y tecnológicos
de la sociedad actual tendrán el enmarque correcto para su tratamiento. Nos
parece que procediendo de modo inverso no se llegará a conformar una sociedad
con posibilidades evolutivas. El gran argumento del capitalismo es poner todo
en duda preguntando siempre de dónde saldrán los recursos y cómo aumentará la
productividad, dando a entender que los recursos salen de los préstamos
bancarios y no del trabajo del pueblo. Por lo demás, ¿de qué sirve la
productividad si luego se esfuma de las manos del que produce? Nada
extraordinario nos dice el modelo que ha funcionado por algunas décadas en
ciertas partes del mundo y que hoy comienza a desarticularse. Que la salud y la
educación de esos países aumenta maravillosamente, es algo que está por verse a
la luz del crecimiento de las plagas no solo físicas sino psicosociales. Si es
parte de la educación la creación de un ser humano autoritario, violento y
xenófobo, si es parte de su progreso sanitario el aumento del alcoholismo, la
drogadicción y el suicidio, entonces de nada vale tal modelo. Seguiremos
admirando los centros de educación organizados, los hospitales bien equipados y
trataremos además de que estén al servicio del pueblo sin distinciones.
En cuanto al contenido y significado de la salud y de la educación hay
demasiado para discutir con el sistema actual.
Hablamos
de una revolución social que cambie drásticamente las condiciones de vida del
pueblo, de una revolución política que modifique la estructura del poder y, en
definitiva, de una revolución humana que cree sus propios paradigmas en
reemplazo de los decadentes valores actuales. La revolución social a que
apunta el Humanismo pasa por la toma del poder político para realizar las
transformaciones del caso, pero la toma de ese poder no es un objetivo en sí.
Por lo demás, la violencia no es un componente esencial de esa revolución. ¿De
qué valdría la repugnante práctica de la ejecución y la cárcel para el enemigo?
¿Cuál sería la diferencia con los opresores de siempre? La revolución de la
India anticolonialista se produjo por presión popular y no por violencia. Fue
una revolución inconclusa determinada por la cortedad de su ideario, pero al
mismo tiempo mostró una nueva metodología de acción y de lucha. La revolución
contra la monarquía iraní se desató por presión popular, ni siquiera por la
toma de los centros de poder político ya que éstos se fueron “vaciando”,
desestructurando, hasta dejar de funcionar... luego la intolerancia arruinó
todo. Y así, es posible la revolución por distintos medios incluido el triunfo
electoral, pero la transformación drástica de las estructuras es algo que en
todos los casos debe ponerse en marcha de inmediato, comenzando por el
establecimiento de un nuevo orden jurídico que, entre otros tópicos, muestre
claramente las nuevas relaciones sociales de producción, que impida toda
arbitrariedad y que regule el funcionamiento de aquellas estructuras del pasado
aún aptas para ser mejoradas.
Las
revoluciones que hoy agonizan o las nuevas que se están gestando no llegarán
más allá de lo testimonial dentro de un orden estancado, no llegarán más allá
del tumulto organizado, si no avanzan en la dirección propuesta por el
Humanismo, es decir: en dirección a un sistema de relaciones sociales cuyo
valor central sea el ser humano y no cualquier otro como pudiera ser la
“producción”, “la sociedad socialista”, etc. Pero poner al ser humano como
valor central implica una idea totalmente diferente de lo que hoy se entiende,
precisamente, por “ser-humano”. Los esquemas de comprensión actuales están
todavía muy alejados de la idea y de la sensibilidad necesarias para aprehender
la realidad de lo humano. Sin embargo, y es necesario aclararlo, también
comienza a dibujarse una cierta recuperación de la inteligencia crítica fuera
de los moldes aceptados por la ingeniosidad superficial de la época. En G.
Petrovic, para mencionar un caso, encontramos una concepción precursora de lo
que hemos venido exponiendo. El define a la revolución como “la creación de un
modo de ser esencialmente distinto, diferente de todo ser no humano,
anti-humano y aún no completamente humano”. Petrovic termina identificando la
revolución con la más alta forma de ser, como ser en plenitud y como Ser-en-libertad
(tesis sobre “la necesidad de un concepto de revolución”, 1977, La Filosofía
y las Ciencias Sociales, congreso de Morelia de 1975).
No se detendrá la marea
revolucionaria que está en marcha como expresión de la desesperación de las
mayorías oprimidas. Pero aún esto no será suficiente ya que la dirección
adecuada de ese proceso no ocurrirá por la sola mecánica de la “práctica
social”. Salir del campo de la necesidad al campo de la libertad por medio
de la revolución es el imperativo de ésta época en la que el ser humano ha
quedado clausurado. Las futuras revoluciones, si es que irán más allá de los
cuartelazos, los golpes palaciegos, las reivindicaciones de clase, o de etnia,
o de religión, tendrán que asumir un carácter transformador incluyente sobre la
base de la esencialidad humana. De ahí que más allá de los cambios que
produzcan en las situaciones concretas de los países, su carácter será
universalista y su objetivo mundializador. Por consiguiente, cuando hablamos de
“revolución mundial” comprendemos que cualquier revolución humanista, o que se
transforme en humanista, aunque sea realizada en una situación restringida
llevará el carácter y el objetivo que la arrojará más allá de sí misma. Y esa
revolución, por insignificante que sea el lugar en que se produzca,
comprometerá la esencialidad de todo ser humano. La revolución mundial no
puede ser planteada en términos de éxito sino en su real dimensión
humanizadora. Por lo demás, el nuevo tipo de revolucionario que corresponde a
este nuevo tipo de revolución deviene, por esencia y por actividad, en
humanizador del mundo.
martes, 10 de noviembre de 2015
1. CAOS DESTRUCTIVO O REVOLUCION
En
esta serie de cartas hemos hecho varios comentarios sobre la situación general
que estamos viviendo. Como consecuencia de esas descripciones llegamos a la
siguiente disyuntiva: o somos arrastrados por una tendencia cada vez más
absurda y destructiva o damos a los acontecimientos un sentido diferente. En el
trasfondo de esta presentación está operando la dialéctica de la libertad
frente al determinismo, la búsqueda humana de la elección y el compromiso
frente a los procesos mecánicos cuyo destino es deshumanizante. Deshumanizante
es la concentración del gran capital hasta su colapso mundial. Deshumanizante
será el mundo resultante convulsionado por hambrunas, migraciones, guerras y
luchas interminables, inseguridad cotidiana, arbitrariedad generalizada, caos,
injusticia, restricción de la libertad y triunfo de nuevos oscurantismos.
Deshumanizante será volver a girar en una rueda hasta el surgimiento de otra
civilización que repita los mismos y estúpidos pasos de engranaje... si es que
esto pueda ser posible luego del derrumbe de esta primera civilización
planetaria que, por ahora, empieza a conformarse. Pero en esta larga historia
la vida de las generaciones y de los individuos es tan breve y tan inmediata
que cada cual atisba el destino general como su destino particular ampliado
y no su destino particular como destino general restringido. Así, es mucho
más convincente lo que a cada persona le toca vivir hoy que aquello que vivirá
mañana o que sus hijos vivirán mañana. Y, desde luego, es tal la urgencia de
millones de seres humanos que no queda horizonte para considerar un hipotético
futuro que pueda sobrevenir. Demasiada tragedia existe en este preciso instante
y esto es más que suficiente para luchar por un cambio profundo de situación.
¿Por qué, entonces, mencionamos el mañana si las urgencias de hoy son de tal
magnitud? Sencillamente, porque cada vez más se manipula la imagen del futuro y
se exhorta a aguantar la situación actual como si se tratara de una crisis
insignificante y llevadera. “Todo ajuste económico –teorizan– tiene un costo
social.” “Es lamentable –dicen– que para que todos estemos bien en el futuro,
vosotros tengáis que pasar mal vuestro presente.” “¿Acaso antes –preguntan–
había esta tecnología y esta medicina en los lugares de mayor abundancia?”. “Ya
os llegará el turno –afirman– también a vosotros!”
Y mientras nos
postergan, estos que prometieron progreso para todos siguen abriendo el foso
que separa a las minorías opulentas de las mayorías cada vez más castigadas.
Este orden social nos encierra en un círculo vicioso que se realimenta y
proyecta a un sistema global del que no puede escapar ningún punto del planeta.
Pero también está claro que en todas partes comienza a descreerse de las
promesas de la cúpula social, que se radicalizan posiciones y que comienza la
agitación general. ¿Lucharemos todos contra todos? ¿Lucharán unas culturas
contra otras, unos continentes contra otros, unas regiones contra otras, unas
etnias contra otras, unos vecinos contra otros y unos familiares contra otros?
¿Iremos al espontaneísmo sin dirección, como animales heridos que sacuden su
dolor o incluiremos todas las diferencias, bienvenidas sean, en dirección a la
revolución mundial? Lo que estoy tratando de formular es que se está
presentando la disyuntiva del simple caos destructivo o de la revolución como
dirección superadora de las diferencias de los oprimidos. Estoy diciendo
que la situación mundial y la particular de cada individuo será más conflictiva
cada día y que dejar el futuro en manos de los que han dirigido este proceso
hasta hoy, es suicida. Ya no son estos los tiempos en que se pueda barrer con
toda oposición y proclamar al día siguiente: “La paz reina en Varsovia”. Ya no
son tiempos en que el 10% de la población pueda disponer, sin límite, del 90%
restante. En este sistema que comienza a ser mundialmente cerrado, y no
existiendo una clara dirección de cambio, todo queda a expensas de la simple
acumulación de capital y poder. El resultado es que en un sistema cerrado no
puede esperarse otra cosa que la mecánica del desorden general. La paradoja de
sistema nos informa que al pretender ordenar el desorden creciente se habrá de
acelerar el desorden. No hay otra salida que revolucionar el sistema,
abriéndolo a la diversidad de las necesidades y aspiraciones humanas.
Planteadas las cosas en esos términos, el tema de la revolución adquiere una
grandeza inusitada y una proyección que no pudo tener en épocas anteriores.
lunes, 9 de noviembre de 2015
PRINCIPIOS BÁSICOS DEL HUMANISMO
1. Propicia la ubicación del ser humano como valor y preocupación central, de tal modo que nada esté por encima del ser humano, ni que un ser humano esté por encima de otro.
2. Afirma la igualdad de todas las personas y trabaja por la superación de la simple formalidad de iguales derechos ante la ley avanzando hacia un mundo de iguales oportunidades para todos.
3. Reconoce la diversidad personal y cultural afirmando las características propias de cada
pueblo y condenando toda discriminación que se realice en razón de las diferencias económicas, raciales, étnicas y culturales.
4. Auspicia toda tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de las limitaciones impuestas al pensamiento por prejuicios aceptados como verdades absolutas o inmutables
5. Afirma la libertad de ideas y creencias.
6. Rechaza todas las formas de violencia y discriminación
Entrevista en Radio Fiesta 1160 AM
domingo, 8 de noviembre de 2015
LOS FRENTES DE ACCIÓN HUMANISTA
DIALOGO CIUDADANO EN RADIO ROMÁNTICA 1130 AM TODOS LOS SÁBADOS DE 8 A 10 DE LA MAÑANA
El
Humanismo organiza frentes de acción en el campo laboral, habitacional,
gremial, político y cultural con la intención de ir asumiendo el carácter de
movimiento social. Al proceder así, crea condiciones de inserción para las
diferentes fuerzas, grupos e individuos progresistas sin que éstos pierdan su
identidad ni sus características particulares. El objetivo de tal movimiento
consiste en promover la unión de fuerzas capaces de influir crecientemente
sobre vastas capas de la población orientando con su acción la transformación
social.
Los
humanistas no son ingenuos ni se engolosinan con declaraciones propias de
épocas románticas. En ese sentido, no consideran sus propuestas como la
expresión más avanzada de la conciencia social, ni piensan a su organización en
términos indiscutibles. Los humanistas no fingen ser representantes de las
mayorías. En todo caso, actúan de acuerdo a su parecer más justo apuntando a
las transformaciones que creen más adecuadas y posibles en este momento que les
toca vivir.
viernes, 6 de noviembre de 2015
EL CAMPO ANTIHUMANISTA (Silo)
Capacitación en el cantón Huaquillas
A
medida que las fuerzas que moviliza el gran capital van asfixiando a los
pueblos, surgen posturas incoherentes que comienzan a fortalecerse al explotar
ese malestar canalizándolo hacia falsos culpables. En la base de estos
neofascismos está una profunda negación de los valores humanos. También en
ciertas corrientes ecologistas desviatorias se apuesta en primer término a la
naturaleza en lugar del hombre. Ya no predican que el desastre ecológico es
desastre, justamente, porque hace peligrar a la humanidad sino porque el ser
humano ha atentado contra la naturaleza. Según algunas de estas corrientes, el
ser humano está contaminado y por ello contamina a la naturaleza. Mejor sería,
para ellos, que la medicina no hubiera tenido éxito en el combate con las
enfermedades y en el alargamiento de la vida. “La Tierra primero”, gritan
histéricamente, recordando las proclamas del nazismo. Desde allí a la
discriminación de culturas que contaminan, de extranjeros que ensucian y
polucionan, hay un corto paso. Estas corrientes se inscriben también en el
anti-humanismo porque en el fondo desprecian al ser humano. Sus mentores se
desprecian a sí mismos, reflejando las tendencias nihilistas y suicidas a la
moda.
Una
franja importante de gente perceptiva también adhiere al ecologismo porque
entiende la gravedad del problema que este denuncia. Pero si ese ecologismo
toma el carácter humanista que corresponde, orientará la lucha hacia los
promotores de la catástrofe, a saber: el gran capital y la cadena de industrias
y empresas destructivas, parientes próximas del complejo militar-industrial.
Antes de preocuparse por las focas se ocupará del hambre, el hacinamiento, la
mortinatalidad, las enfermedades y los déficits sanitarios y habitacionales en
muchas partes del mundo. Y destacará la desocupación, la explotación, el
racismo, la discriminación y la intolerancia, en el mundo tecnológicamente
avanzado. Mundo que, por otra parte, está creando los desequilibrios ecológicos
en aras de su crecimiento irracional.
No
es necesario extenderse demasiado en la consideración de las derechas como
instrumentos políticos del Anti-humanismo. En ellas la mala fe llega a niveles
tan altos que, periódicamente, se publicitan como representantes del
“Humanismo”. En esa dirección, no ha faltado tampoco la astuta clerigalla que
ha pretendido teorizar sobre la base de un ridículo “Humanismo Teocéntrico” (?).
Esa gente, inventora de guerras religiosas e inquisiciones; esa gente que fue
verdugo de los padres históricos del humanismo occidental, se ha arrogado las
virtudes de sus víctimas llegando inclusive a “perdonar los desvíos” de
aquellos humanistas históricos. Tan enorme es la mala fe y el bandolerismo en
la apropiación de las palabras que los representantes del Anti-humanismo han
intentado cubrirse con el nombre de “humanistas”.
Sería
imposible inventariar los recursos, instrumentos, formas y expresiones de que
dispone el Anti-humanismo. En todo caso esclarecer sobre sus tendencias más
solapadas contribuirá a que muchos humanistas espontáneos o ingenuos revisen
sus concepciones y el significado de su práctica social.
jueves, 5 de noviembre de 2015
DEL HUMANISMO INGENUO AL HUMANISMO CONSCIENTE
Es
en la base social, en los lugares de labor y habitación de los trabajadores
donde el Humanismo debe convertir la simple protesta en fuerza consciente
orientada a la transformación de las estructuras económicas.
En
cuanto a los miembros combativos de las organizaciones gremiales y los miembros
de partidos políticos progresistas, su lucha se hará coherente en la medida en
que tiendan a transformar las cúpulas de las organizaciones en las que están
inscriptos dándole a sus colectividades una orientación que ponga en primer
lugar, y por encima de reivindicaciones inmediatistas, los planteos de fondo
que propicia el Humanismo.
Vastas
capas de estudiantes y docentes, normalmente sensibles a la injusticia, irán
haciendo consciente su voluntad de cambio en la medida en que la crisis general
del sistema los afecte. Y, por cierto, la gente de Prensa en contacto con la
tragedia cotidiana está hoy en condiciones de actuar en dirección humanista al
igual que sectores de la intelectualidad cuya producción está en contradicción
con las pautas que promueve este sistema inhumano.
Son
numerosas las posturas que, teniendo por base el hecho del sufrimiento humano,
invitan a la acción desinteresada a favor de los desposeídos o los
discriminados. Asociaciones, grupos voluntarios y sectores importantes de la
población se movilizan, en ocasiones, haciendo su aporte positivo. Sin duda que
una de sus contribuciones consiste en generar denuncias sobre esos problemas.
Sin embargo, tales grupos no plantean su acción en términos de transformación
de las estructuras que dan lugar a esos males. Estas posturas se inscriben en
el Humanitarismo más que en el Humanismo consciente. En ellas se encuentran ya
protestas y acciones puntuales susceptibles de ser profundizadas y extendidas.
miércoles, 4 de noviembre de 2015
LA POSICIÓN HUMANISTA
La
acción de los humanistas no se inspira en teorías fantasiosas acerca de Dios,
la Naturaleza, la Sociedad o la Historia. Parte de las necesidades de la vida
que consisten en alejar el dolor y aproximar el placer. Pero la vida humana
agrega a las necesidades su previsión a futuro basándose en la experiencia
pasada y en la intención de mejorar la situación actual. Su experiencia no es
simple producto de selecciones o acumulaciones naturales y fisiológicas, como
sucede en todas las especies, sino que es experiencia social y experiencia
personal lanzadas a superar el dolor actual y a evitarlo a futuro. Su trabajo,
acumulado en producciones sociales, pasa y se transforma de generación en
generación en lucha continua por mejorar las condiciones naturales, aún las del
propio cuerpo. Por esto, al ser humano se lo debe definir como histórico y con
un modo de acción social capaz de transformar al mundo y a su propia
naturaleza. Y cada vez que un individuo o un grupo humano se impone
violentamente a otros, logra detener la historia convirtiendo a sus víctimas en
objetos “naturales”. La naturaleza no tiene intenciones, así es que al negar la
libertad y las intenciones de otros, se los convierte en objetos naturales, en
objetos de uso.
El
progreso de la humanidad, en lento ascenso, necesita transformar a la
naturaleza y a la sociedad eliminando la violenta apropiación animal de unos
seres humanos por otros. Cuando esto ocurra, se pasará de la prehistoria a una
plena historia humana. Entre tanto, no se puede partir de otro valor central
que el del ser humano pleno en sus realizaciones y en su libertad. Por ello los
humanistas proclaman: “Nada por encima del ser humano y ningún ser humano por
debajo de otro”. Si se pone como valor central a Dios, al Estado, al Dinero o a
cualquier otra entidad, se subordina al ser humano creando condiciones para su
ulterior control o sacrificio. Los humanistas tienen claro este punto. Los
humanistas son ateos o creyentes, pero no parten de su ateísmo o de su fe para
fundamentar su visión del mundo y su acción. Parten del ser humano y de sus
necesidades inmediatas. Y, si en su lucha por un mundo mejor creen descubrir
una intención que mueve la Historia en dirección progresiva, ponen esa fe o ese
descubrimiento al servicio del ser humano.
Los
humanistas plantean el problema de fondo: saber si se quiere vivir y decidir en
qué condiciones hacerlo.
Todas
las formas de violencia física, económica, racial, religiosa, sexual e
ideológica, merced a las cuales se ha trabado el progreso humano, repugnan a
los humanistas. Toda forma de discriminación manifiesta o larvada, es un motivo
de denuncia para los humanistas.
Los
humanistas no son violentos, pero por sobre todo no son cobardes ni temen
enfrentar a la violencia porque su acción tiene sentido. Los humanistas conectan
su vida personal, con la vida social. No plantean falsas antinomias y en ello
radica su coherencia.
Así
está trazada la línea divisoria entre el Humanismo y el Anti-humanismo. El
Humanismo pone por delante la cuestión del trabajo frente al gran capital; la
cuestión de la democracia real frente a la democracia formal; la cuestión de la
descentralización, frente a la centralización; la cuestión de la
antidiscriminación, frente a la discriminación; la cuestión de la libertad
frente a la opresión; la cuestión del sentido de la vida, frente a la
resignación, la complicidad y el absurdo.
Porque el Humanismo se
basa en la libertad de elección, posee la única ética valedera del momento
actual. Así mismo, porque cree en la intención y la libertad distingue entre el
error y la mala fe, entre el equivocado y el traidor.
domingo, 1 de noviembre de 2015
LA DEMOCRACIA FORMAL Y LA DEMOCRACIA REAL
Gravemente
se ha ido arruinando el edificio de la democracia al resquebrajarse sus bases
principales: la independencia entre poderes, la representatividad y el respeto
a las minorías.
La
teórica independencia entre poderes es un contrasentido. Basta pesquisar en la
práctica el origen y composición de cada uno de ellos, para comprobar las
íntimas relaciones que los ligan. No podría ser de otro modo. Todos forman
parte de un mismo sistema. De manera que las frecuentes crisis de avance de
unos sobre otros, de superposición de funciones, de corrupción e irregularidad,
se corresponden con la situación global, económica y política, de un país dado.
En
cuanto a la representatividad. Desde la época de la extensión del sufragio
universal se pensó que existía un solo acto entre la elección y la conclusión
del mandato de los representantes del pueblo. Pero a medida que ha transcurrido
el tiempo se ha visto claramente que existe un primer acto mediante el cual
muchos eligen a pocos y un segundo acto en el que estos pocos traicionan a los
muchos, representando a intereses ajenos al mandato recibido. Ya ese mal se
incuba en los partidos políticos reducidos a cúpulas separadas de las
necesidades del pueblo. Ya, en la máquina partidaria, los grandes intereses
financian candidatos y dictan las políticas que éstos deberán seguir. Todo esto
evidencia una profunda crisis en el concepto y la implementación de la
representatividad.
Los
humanistas luchan para transformar la práctica de la representatividad dando la
mayor importancia a la consulta popular, el plebiscito y la elección directa de
los candidatos. Porque aún existen, en numerosos países, leyes que subordinan
candidatos independientes a partidos políticos, o bien, subterfugios y
limitaciones económicas para presentarse ante la voluntad de la sociedad. Toda
Constitución o ley que se oponga a la capacidad plena del ciudadano de elegir y
ser elegido, burla de raíz a la democracia real que está por encima de toda
regulación jurídica. Y, si se trata de igualdad de oportunidades, los medios de
difusión deben ponerse al servicio de la población en el período electoral en
que los candidatos exponen sus propuestas, otorgando a todos exactamente las
mismas oportunidades. Por otra parte, deben imponerse leyes de responsabilidad
política mediante las cuales todo aquel que no cumpla con lo prometido a sus
electores arriesgue el desafuero, la destitución o el juicio político. Porque
el otro expediente, el que actualmente se sostiene, mediante el cual los
individuos o los partidos que no cumplan sufrirán el castigo de las urnas en
elección futura, no interrumpe en absoluto el segundo acto de traición a los
representados. En cuanto a la consulta directa sobre los temas de urgencia,
cada día existen más posibilidades para su implementación tecnológica. No es el
caso de priorizar las encuestas y los sondeos manipulados, sino que se trata de
facilitar la participación y el voto directo a través de medios electrónicos y
computacionales avanzados.
En
una democracia real debe darse a las minorías las garantías que merece su
representatividad pero, además, debe extremarse toda medida que favorezca en la
práctica su inserción y desarrollo. Hoy, las minorías acosadas por la xenofobia
y la discriminación piden angustiosamente su reconocimiento y, en ese sentido,
es responsabilidad de los humanistas elevar este tema al nivel de las
discusiones más importantes encabezando la lucha en cada lugar hasta vencer a
los neofascismos abiertos o encubiertos. En definitiva, luchar por los derechos
de las minorías es luchar por los derechos de todos los seres humanos.
Pero
también ocurre en el conglomerado de un país que provincias enteras, regiones o
autonomías, padecen la misma discriminación de las minorías merced a la
compulsión del Estado centralizado, hoy instrumento insensible en manos del
gran capital. Y esto deberá cesar cuando se impulse una organización federativa
en la que el poder político real vuelva a manos de dichas entidades históricas
y culturales.
En definitiva, poner por
delante los temas del capital y el trabajo, los temas de la democracia real, y
los objetivos de la descentralización del aparato estatal, es encaminar la
lucha política hacia la creación de un nuevo tipo de sociedad. Una sociedad
flexible y en constante cambio, acorde con las necesidades dinámicas de los
pueblos hoy por hoy asfixiados por la dependencia.
sábado, 31 de octubre de 2015
EL CAPITAL MUNDIAL
He aquí la gran verdad universal: el dinero es todo. El dinero es gobierno, es ley, es poder. Es, básicamente, subsistencia. Pero además es el Arte, es la Filosofía y es la Religión. Nada se hace sin dinero; nada se puede sin dinero. No hay relaciones personales sin dinero. No hay intimidad sin dinero y aún la soledad reposada depende del dinero.
Pero la relación con esa “verdad universal” es contradictoria. Las mayorías no quieren este estado de cosas. Estamos pues, ante la tiranía del dinero. Una tiranía que no es abstracta porque tiene nombre, representantes, ejecutores y procedimientos indudables.
Hoy no se trata de economías feudales, ni de industrias nacionales, ni siquiera de intereses de grupos regionales. Hoy se trata de que aquellos supervivientes históricos acomodan su parcela a los dictados del capital financiero internacional. Un capital especulador que se va concentrando mundialmente. De esta suerte, hasta el Estado nacional requiere para sobrevivir del crédito y el préstamo. Todos mendigan la inversión y dan garantías para que la banca se haga cargo de las decisiones finales. Está llegando el tiempo en que las mismas compañías, así como los campos y las ciudades, serán propiedad indiscutible de la banca. Está llegando el tiempo del Paraestado, un tiempo en el que el antiguo orden debe ser aniquilado.
Parejamente, la vieja solidaridad se evapora. En definitiva, se trata de la desintegración del tejido social y del advenimiento de millones de seres humanos desconectados e indiferentes entre sí a pesar de las penurias generales. El gran capital domina no solo la objetividad gracias al control de los medios de producción, sino la subjetividad gracias al control de los medios de comunicación e información. En estas condiciones, puede disponer a gusto de los recursos materiales y sociales convirtiendo en irrecuperable a la naturaleza y descartando progresivamente al ser humano. Para ello cuenta con la tecnología suficiente. Y, así como ha vaciado a las empresas y a los estados, ha vaciado a la Ciencia de sentido convirtiéndola en tecnología para la miseria, la destrucción y la desocupación.
Los humanistas no necesitan abundar en argumentación cuando enfatizan que hoy el mundo está en condiciones tecnológicas suficientes para solucionar en corto tiempo los problemas de vastas regiones en lo que hace a pleno empleo, alimentación, salubridad, vivienda e instrucción. Si esta posibilidad no se realiza es, sencillamente, porque la especulación monstruosa del gran capital lo está impidiendo.
El gran capital ya ha agotado la etapa de economía de mercado y comienza a disciplinar a la sociedad para afrontar el caos que él mismo ha producido. Frente a esta irracionalidad, no se levantan dialécticamente las voces de la razón sino los más oscuros racismos, fundamentalismos y fanatismos. Y si es que este neo-irracionalismo va a liderar regiones y colectividades, el margen de acción para las fuerzas progresistas queda día a día reducido. Por otra parte, millones de trabajadores ya han cobrado conciencia tanto de las irrealidades del centralismo estatista, cuanto de las falsedades de la democracia capitalista. Y así ocurre que los obreros se alzan contra sus cúpulas gremiales corruptas, del mismo modo que los pueblos cuestionan a los partidos y los gobiernos. Pero es necesario dar una orientación a éstos fenómenos que de otro modo se estancarán en un espontaneísmo sin progreso. Es necesario discutir en el seno del pueblo los temas fundamentales de los factores de la producción.
Para los humanistas existen como factores de la producción, el trabajo y el capital, y están demás la especulación y la usura. En la actual situación los humanistas luchan porque la absurda relación que ha existido entre esos dos factores sea totalmente transformada. Hasta ahora se ha impuesto que la ganancia sea para el capital y el salario para el trabajador, justificando tal desequilibrio con el “riesgo” que asume la inversión... como si todo trabajador no arriesgara su presente y su futuro en los vaivenes de la desocupación y la crisis. Pero, además, está en juego la gestión y la decisión en el manejo de la empresa. La ganancia no destinada a la reinversión en la empresa, no dirigida a su expansión o diversificación, deriva hacia la especulación financiera. La ganancia que no crea nuevas fuentes de trabajo, deriva hacia la especulación financiera. Por consiguiente, la lucha de los trabajadores ha de dirigirse a obligar al capital a su máximo rendimiento productivo. Pero esto no podrá implementarse a menos que la gestión y dirección sean compartidas. De otro modo, ¿cómo se podría evitar el despido masivo, el cierre y el vaciamiento empresarial? Porque el gran daño está en la subinversión, la quiebra fraudulenta, el endeudamiento forzado y la fuga del capital, no en las ganancias que se puedan obtener como consecuencia del aumento en la productividad. Y si se insistiera en la confiscación de los medios de producción por parte de los trabajadores, siguiendo las enseñanzas del siglo XlX, se debería tener en cuenta también el reciente fracaso del socialismo real.
En cuanto a la objeción de que encuadrar al capital, así como está encuadrado el trabajo, produce su fuga a puntos y áreas más provechosas ha de aclararse que esto no ocurrirá por mucho tiempo más ya que la irracionalidad del esquema actual lo lleva a su saturación y crisis mundial. Esa objeción, aparte del reconocimiento de una inmoralidad radical desconoce el proceso histórico de la transferencia del capital hacia la banca resultando de ello que el mismo empresario se va convirtiendo en empleado sin decisión dentro de una cadena en la que aparenta autonomía. Por otra parte, a medida que se agudice el proceso recesivo, el mismo empresariado comenzará a considerar éstos puntos.
Los humanistas sienten la necesidad de actuar no solamente en el campo laboral sino también en el campo político para impedir que el Estado sea un instrumento del capital financiero mundial, para lograr que la relación entre los factores de la producción sea justa y para devolver a la sociedad su autonomía arrebatada.
sábado, 10 de octubre de 2015
DOCUMENTO DEL MOVIMIENTO HUMANISTA
Los humanistas son mujeres y hombres de este siglo, de ésta época. Reconocen los antecedentes del humanismo histórico y se inspiran en los aportes de las distintas culturas, no solamente de aquellas que en este momento ocupan un lugar central. Son, además, hombres y mujeres que dejan atrás este siglo y este milenio, y se proyectan a un nuevo mundo.Los humanistas sienten que su historia es muy larga y que su futuro es aún más extendido. Piensan en el porvenir, luchando por superar la crisis general del presente. Son optimistas, creen en la libertad y en el progreso social.Los humanistas son internacionalistas, aspiran a una nación humana universal. Comprenden globalmente al mundo en que viven y actúan en su medio inmediato. No desean un mundo uniforme sino múltiple: múltiple en las etnias, lenguas y costumbres; múltiple en las localidades, las regiones y las autonomías; múltiple en las ideas y las aspiraciones; múltiple en las creencias, el ateísmo y la religiosidad; múltiple en el trabajo; múltiple en la creatividad.Los humanistas no quieren amos; no quieren dirigentes ni jefes, ni se sienten representantes ni jefes de nadie. Los humanistas no quieren un Estado centralizado, ni un Paraestado que lo reemplace. Los humanistas no quieren ejércitos policíacos, ni bandas armadas que los sustituyan.Pero entre las aspiraciones humanistas y las realidades del mundo de hoy, se ha levantado un muro. Ha llegado pues, el momento de derribarlo. Para ello es necesaria la unión de todos los humanistas del mundo....Mario Rodríguez Cobos
martes, 6 de octubre de 2015
LA EVOLUCIÓN SOCIAL
Dada la situación actual y la alternativa que se presenta para el logro de un mundo mejor cabe reflexionar brevemente en torno a esa posibilidad. En efecto, se han realizado numerosas pruebas económicas que han arrojado desparejos resultados y frente a ello se nos dice que el nuevo experimento es la única solución a los problemas fundamentales. Sin embargo, no alcanzamos a comprender algunos aspectos de esa propuesta. En primer lugar aparece el tema de las leyes económicas. Al parecer existirían ciertos mecanismos, como en la naturaleza, que al jugar libremente regularían la evolución social. Tenemos dificultades para aceptar que cualquier proceso humano y, desde luego el proceso económico, sea del mismo orden que los fenómenos naturales. Creemos, por lo contrario, que las actividades humanas son no-naturales, son intencionales, sociales e históricas; fenómenos éstos que no existen ni en la naturaleza en general ni en las especies animales. Tratándose pues de intenciones y de intereses, tampoco tenemos por qué suponer que los sectores que detentan el bienestar estén preocupados por superar las dificultades de otros menos favorecidos. En segundo lugar, la explicación que se nos da respecto a que siempre hubo grandes diferencias económicas entre unos pocos y las mayorías y que, no obstante esto las sociedades han progresado, nos parece insuficiente. La Historia nos enseña que los pueblos avanzaron reclamando sus derechos frente a los poderes establecidos. El progreso social no se produjo porque la riqueza acumulada por un sector luego haya desbordado automáticamente “hacia abajo”. En tercer lugar, presentar como modelo a determinados países que operando con esa supuesta economía libre hoy tienen un buen nivel de vida, parece un exceso. Esos países realizaron guerras de expansión sobre otros, impusieron el colonialismo, el neo colonialismo y la partición de naciones y regiones; recaudaron en base a la discriminación y la violencia y, finalmente, absorbieron mano de obra barata, al tiempo que impusieron términos de intercambio desfavorables para las economías más débiles. Podrá argumentarse que aquellos eran los procedimientos que se entendían como “buenos negocios”. Pero si se afirma eso, no podrá sostenerse que el desarrollo comentado sea independiente de un tipo especial de relación con otros pueblos. En cuarto lugar, se nos habla del avance científico y técnico y de la iniciativa que se desarrolla en una economía “libre” En cuanto al avance científico y técnico ha de saberse que este opera desde que el hombre inventó la maza, la palanca, el fuego y así siguiendo, en una acumulación histórica que no parece haberse ocupado mucho de las leyes del mercado. Si, en cambio, se quiere decir que las economías abundantes succionan talentos, pagan equipamiento e investigación y que, por último, son motivadoras por una mejor remuneración, diremos que esto es así desde épocas milenarias y que tampoco se debe a un tipo especial de economía sino sencillamente a que en ese lugar existen recursos suficientes con independencia del origen de tal potencialidad económica. En quinto lugar, queda el expediente de explicar el progreso de esas comunidades por el intangible “don” natural de especiales talentos, virtudes cívicas, laboriosidad, organización y cosas semejantes. Este ya no es un argumento sino una declaración devocional en la que se escamotea la realidad social e histórica que explica cómo se han formado esos pueblos.Desde luego, tenemos mucho desconocimiento para comprender cómo es que con semejantes antecedentes históricos podrá sostenerse este esquema en el futuro inmediato pero eso forma parte de otra discusión, la discusión en torno a si existe realmente tal economía libre de mercado, o si se trata de proteccionismos y dirigismos encubiertos que de pronto abren determinadas válvulas allí donde se sienten dominando una situación y cierran otras en caso contrario. Si esto es así, todo lo que se agregue como una promesa de avance quedará reservado sólo a la explosión y difusión de la ciencia y de la tecnología, independientemente del supuesto automatismo de las leyes económicas.
Mario Rodríguez Cobos, Primera Carta a mis Amigos
domingo, 4 de octubre de 2015
LA ALTERNATIVA DE UN MUNDO MEJOR
Tratando de moderar los problemas comentados, se han hecho diferentes experimentos económicos con desparejos resultados. Actualmente se tiende a aplicar un sistema en el que supuestas leyes de mercado regularán automáticamente el progreso social, superando el desastre producido por las anteriores economías dirigistas. Según este esquema las guerras, la violencia, la opresión, la desigualdad, la pobreza y la ignorancia, irán retrocediendo sin producirse mayores sobresaltos. Los países se integrarán en mercados regionales hasta llegar a una sociedad mundial sin barreras de ningún tipo. Y así como los sectores más pobres de los puntos desarrollados irán elevando su nivel de vida, las regiones menos avanzadas recibirán la influencia del progreso. Las mayorías se adaptarán al nuevo esquema que técnicos capacitados, u hombres de negocios, estarán en condiciones de poner en marcha. Si algo falla, no será por las naturales leyes económicas sino por deficiencias de esos especialistas que, como sucede en una empresa, tendrán que reemplazarse todas las veces que sea necesario. Por otra parte, en esa sociedad “libre” será el público quien decida democráticamente entre diferentes opciones de un mismo sistema........
Mario Rodríguez Cobos, Primera Carta a mis Amigosmiércoles, 30 de septiembre de 2015
FILOSOFÍA Y POLÍTICA HUMANISTA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA NUEVA SOCIEDAD
La situación actual
Desde el comienzo de su historia la humanidad evoluciona trabajando para lograr una vida mejor. A pesar de los avances hoy se utiliza el poder y la fuerza económica y tecnológica para asesinar, empobrecer y oprimir en vastas regiones del mundo destruyendo además el futuro de las nuevas generaciones y el equilibrio general de la vida en el planeta. Un pequeño porcentaje de la humanidad posee grandes riquezas mientras las mayorías padecen serias necesidades. En algunos lugares hay trabajo y remuneración suficiente, pero en otros la situación es desastrosa. En todas partes los sectores más humildes sufren horrores para no morirse de hambre. Hoy, mínimamente, y por el solo hecho de haber nacido en un medio social todo ser humano requiere adecuada alimentación, sanidad, vivienda, educación, vestido, servicios... y llegando a cierta edad necesita asegurar su futuro por el tiempo de vida que le quede. Con todo derecho la gente quiere eso para ella y sus hijos, ambicionando que estos puedan vivir mejor. Sin embargo, esas aspiraciones de miles de millones de personas hoy no son satisfechas........
Mario Rodríguez Cobos (Silo) Carta a mis Amigos (Carta Uno)
sábado, 26 de septiembre de 2015
POR FIN SE ENCONTRÓ EL REMEDIO PARA
ELIMINAR LA CORRUPCIÓN POLÍTICA
La
corrupción política es la apropiación malvada de los recursos que le pertenecen
la ciudadanía. Es un hecho repudiable ya que sin méritos y por medios
deshonestos manchan la sagrada función del servicio público. En los últimos
días, la ciudadanía, hemos visto, un tanto perplejos, los escándalos de
corrupción, presentados públicamente como un hecho repudiable, pero a la
ciudadanía ya no le sorprende demasiado, y eso es lo lamentable y preocupante,
la ciudadanía ya no se sorprende porque sabe con certeza que no es el primero
ni será el último, yo mismo, sin ser parte de la institución pública, he
conocido algunos casos de corrupción, en alguno de ellos me propuse a
denunciar, pero luego me contaron que el director de la misma institución
estaba involucrado en esos hechos, entonces me quedó claro que la corrupción es la polilla que deteriora los sagrados recursos
públicos en las instituciones de todo el aparato estatal. Seguramente habrá
gente honesta que no la dirige, no se beneficia y que está en contra de la
corrupción, ellos/as son la base con la que la ciudadanía iniciemos la
construcción de una Nueva Sociedad donde la participación ciudadana y la transparencia
sea el denominador común.
Una
primera conclusión a la que he llegado es que la corrupción no se puede ni se
va a eliminar desde el mismo Estado, afirmo esto básicamente por dos razones:
primero, si el Estado pudiera eliminar la corrupción de sus estructuras ya lo
hubiera hecho, pues ha tenido tiempo y recursos suficientes y segundo porque
operativamente es imposible que pueda cubrir todos los miles y quizá millones
de manejos de recursos públicos, tendría que tener por lo menos un equipo de
gente honesta detrás de cada manejo de recursos y eso es imposible.
Entonces
si está comprobado que lo que se hace desde el Estado no soluciona este
terrible mal de la corrupción política, entonces hay que plantear alternativas.
Luego de varios análisis con amigos/as he llegado a concluir que la corrupción
se eliminará de las esferas del Estado, únicamente y para siempre, con la
participación ciudadana y verdaderas políticas de transparencia.
Participación ciudadana.-
La participación ciudadana
se debe empezar a entender, no como una intromisión de la ciudadanía en la
función pública sino como algo lógico y normal, si las instituciones públicas
pertenecen a la ciudadanía, la ciudadanía, propietaria de las mismas, a más de
conocer en detalle de lo que allí sucede, debe participar, como dicen la
Constitución y las leyes, “de manera
protagónica”, es decir, participación de todos, participación en todo y
participación todo el tiempo.
Para
que la participación ciudadana sea efectiva necesita que la ciudadanía
comprenda y asuma de una vez por todas, el sentido de pertenencia de lo público,
lo público es de todos/as y nos pertenece por lo tanto es responsabilidad de
todos/as. Existe una equivocada aceptación o resignación social, de que lo
público es nuestra propiedad, que la hemos dado en arriendo para que usufructúen
indefinidamente y a su gusto los administradores de turno, hay que entender que
no es así, lo público es de todos y quienes están allí, mediante el voto
popular o mediante designación de estos, son los empleados responsables de
hacer que estas instituciones nos presten los diferentes servicios de manera
eficaz y eficiente para construir un estado de bienestar para todos/as.
Para
que esto sea posible es necesario que en la ciudadanía tengamos objetivos
comunes y capacidad organizativa, con la creación de espacios definidos de
deliberación e intercambio permanente, también la madurez suficiente para
construir un nuevo momento de la historia.
Transparencia.- Uno de los principios que deben regir
la administración pública es la transparencia, lo mismo que en la participación
ciudadana, debe haber transparencia de todo, transparencia de todos/as y
transparencia todo el tiempo. La corrupción no es posible en plena luz del día
y ante la mirada de toda la gente, ese mal solo se hace a las escondidas de la
gente, pero si se implementa políticas de transparencia entonces la corrupción
no tendrá espacio. Si a un ladrón le ponemos a administrar mil dólares y le
decimos que administre bien y nos olvidamos, seguramente que cuando volvamos a
pedir cuentas no le encontraremos ni al ladrón ni el dinero; si a ese mismo
ladón le damos a administrar los mil dólares y le decimos: aquí se maneja todo
con transparencia, pero además existen seiscientas quince millones de
ecuatorianos mirándote todo el tiempo, entonces imposible que se nos robe los
mil dólares.
Finalmente,
para reflexionar, el fracaso en una institución privada es básicamente porque
existe un solo dueño y no se alcanza para controlar toda la empresa; mientras
que el fracaso y corrupción en la función pública es que todos los dueños
abandonaron el control de su propiedad y en algunos casos con administradores irresponsables
que han convertido a las instituciones públicas en tierra de nadie. La falta de
control permite la corrupción.
En
síntesis podemos decir que la corrupción es un mal que afecta la convivencia
social. El Estado no ha podido controlar la corrupción que afecta a sus
instituciones. Este mal social solo se soluciona con control de los dueños
interesados en hacer que funcione bien y con políticas de transparencia. La
ciudadanía no debe seguir acostumbrándose a que ese terrible mal se vea como
algo normal. AMIGOS/AS MANOS A LA OBRA.
Rodrigo Lozano
participacionmachala@gmail.com
cel. 0991646479
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